
Di yo soy tu - Rumi-
domingo, 27 de diciembre de 2009
LA VIDA

Del libro El Buscador es lo buscado - de R.Balsekar

Puntos clave de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj.
Del libro El buscador es lo buscado - de Ramesh Balsekar
Namasté.
martes, 22 de diciembre de 2009
FELICIDADES

FELICES FIESTAS!
miércoles, 16 de diciembre de 2009
CUENTOS SUFIES

Era un discípulo honesto y de buen corazón, pero todavía su mente era un juego de luces y sombras y no había recobrado la comprensión amplia y conciliadora de una mente sin trabas. Como su motivación era sincera, estudiaba sin cesar y comparaba credos, filosofías y doctrinas. Realmente llegó a estar muy desconcertado al comprobar la proliferación de tantas enseñanzas y vías espirituales.
Así, cuando tuvo ocasión de entrevistarse con su instructor espiritual, dijo: - Estoy confundido. ¿Acaso no existen demasiadas religiones, demasiadas sendas místicas, demasiadas doctrinas si la verdad es una? Y el maestro repuso con firmeza:
- ¡Qué dices, insensato! Cada hombre es una enseñanza, una doctrina. Aunque haya muchas vías, en última instancia sigue tu propia senda interior.
**************************************************************
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar.
Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces.
- ¿Quién eres tú? - le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió:
- Entra y compruébalo tú misma.Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada:
- ¡Ahora ya sé quién soy!.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Pequeña fábula de amor cósmico

El hombre andaba caminando por la luna, y se sentía triste porque noencontraba lo que no sabía que andaba buscando. Ya pensaba renunciar a su deambular ilusorio, cuando de pronto vio algo que lo dejó clavado en el lugar. Sentada sobre el borde de un cráter pequeño había un ser de luz. (así lo definió él por el aura que emanaba) La mujer estaba deshojando una margarita. Pero no era como la flor que el hombre conocía. Los pétalos eran de cristal violeta, transparentes y volátiles. Cada uno que ella arrancaba, lo arrojaba con suavidad, y el pétalo salía volando, como con vida propia, cual mariposa que al moverse la luz explotaba en mil matices del mismo color.Al ver al hombre ella sonrió, dejó la flor a un costado, e instantáneamente estuvo a su lado. Le acarició la mejilla, y en él el sobresalto se mezcló con algo de miedo.
—Hace muchos siglos que te espero. –dijo ella sin hablar.
—¿Sos un sueño? –preguntó el hombre, y dentro de su cabeza escuchó:
—Soy tu metáfora...
¡Tanto andar para encontrar esto! –pensó el hombre, y se arriesgó a preguntar.
—¿Qué es una metáfora? —No es nada. –escuchó que le contestaba— Y es todo. Aquello que dice lo que no dice, no es nada y es todo...El hombre no entendía de metáforas, pero algo en el fondo le dijo que ya iba a comprender.
—Podés acariciarme vos también. –invitó ella. Le tomó la mano y la acercó a sus pechos. El sintió una leve electricidad, y a la vez la tibieza y la tersura algodonosa del pecho.
Entonces se vio rodeado de luz como ella.
—Es bonito, no es cierto?—¿Qué cosa...? –preguntó él.
—Estar rodeado de luz.—Pero no entiendo qué es lo que ocurre. .—protestó el hombre, y por un lado sintió algo de temor, y por el otro lo que definió al instante como felicidad.
—No hay que entenderlo.— contestó ella. Hay que vivirlo y quedarse con lo mejor...
—¿Con lo mejor de qué?—¡Cuántas preguntas inútiles! Lo mejor es lo mejor en sí mismo. Todos lo saben, pero se lo ocultan.
—¿Todos quiénes...?—
Ese saber está en cada uno, aunque se lo niegan porque están llenos de cuestionamientos. Pero no estoy aquí para filosofar contigo. Nos encontramos para hacer el amor... Y si te digo hacerlo, es crearlo, darle una forma particular a nuestra medida, fantasearlo con colores que aún no conoces...
Suavemente ella lo abrazó, y los miedos del hombre desaparecieron.
Y se esfumaron “todos” los miedos que el ser humano esconde.
Ella le enseñó un amor nuevo. El amor cósmico que conectó a sus seres con el átomo, con la partícula más pequeña de la que todavía no se tiene conocimiento, con la explosión primaria, con la nada, con el todo.
Y le enseñó la unión del instinto con el raciocinio que dio a luz al equilibrio, que a su vez dio a luz a la sencillez.
Y le mostró que el amor es sencillo, desnudo, sin adornos; el amor es lo no deseado y lo no pensado, es lo intangible y lo concreto. El amor es el ya, que es el eterno.
Entonces sus cuerpos se fundieron y formaron una estrella.
Carlos Vico
La luz de la lámpara disipa las tinieblas
y tu mente en paz te revela lo desconocido!
La mente serena no tiene ya ningún enemigo.
¡Cuando el “yo” se disipa, el universo es todo amor!
Todo esto es tranquilo, Uno sin comienzo, medio, ni fin,
Que no puede decirse que sea existente o no existente.
Sabe esto y sé feliz.
Yoga Vasishta Sara
martes, 1 de diciembre de 2009
Nasrudín visita la India.

El célebre y contradictorio personaje sufí Mulla Nasrudín visitó la India. Llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus abigarradas calles. De repente vio a un hombre que estaba en cuclillas vendiendo lo que Nasrudín creyó que eran dulces, aunque en realidad se trataba de chiles picantes. Nasrudín era muy goloso y compró una gran cantidad de los supuestos dulces, dispuesto a darse un gran atracón. Estaba muy contento, se sentó en un parque y comenzó a comer chiles a dos carrillos. Nada más morder el primero de los chiles sintió fuego en el paladar. Eran tan picantes aquellos “dulces” que se le puso roja la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas hasta los pies. No obstante, Nasrudín continuaba llevándose sin parar los chiles a la boca.
Estornudaba, lloraba, hacía muecas de malestar, pero seguía devorando los chiles. Asombrado, un paseante se aproximó a él y le dijo:
–Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en pequeñas cantidades?
Casi sin poder hablar, Nasrudín comento:
–Buen hombre, créeme, yo pensaba que estaba comprando dulces.
Pero Nasrudín seguía comiendo chiles. El paseante dijo:
–Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos?
Entre toses y sollozos, Nasrudín dijo:
–Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar.
*El Maestro dice: No seas como Nasrudín. Toma lo mejor para tu evolución interior y arroja lo innecesario o pernicioso, aunque hayas invertido años en ello.
Les deseo día lleno de felices momentos.